ESTADOS UNIDOS Tribuna Libre Militantes y dirigentes sindicales y antibelicistas hablan sobre la guerra en Afganistán y sus consecuencias

En octubre de 2001, en nombre de la llamada « guerra contra el terrorismo », los Estados Unidos y una coalición internacional bombardearon Afganistán, derrocaron a los talibanes e instalaron un régimen títere que sólo sobrevivió gracias a las tropas de ocupación de los Estados Unidos y de la OTAN. En el momento álgido de la guerra, 120 000 soldados estadounidenses estaban desplegados en Afganistán, trabajando en estrecha colaboración con mercenarios de empresas privadas como Blackwater.
¿Cuál fue el resultado? La intervención militar extranjera más larga llevada a cabo por los Estados Unidos provocó más de 241 000 muertes de civiles afganos, 2 442 muertes de las tropas estadounidenses (y 20 666 heridos) y más de 2 millones de refugiados afganos dentro y fuera del país. El coste total de la guerra para los Estados Unidos se estima en 2,3 billones de dólares (según el Cost of War del Instituto Watson de la Universidad de Brown).
En la actualidad, los mismos talibanes, que fueron expulsados del poder en 2001 han sido restituidos en el poder por el gobierno de los Estados Unidos, tras un acuerdo firmado el 29 de febrero de 2020 en Qatar por la administración Trump, posteriormente aprobado y aplicado por la administración Biden.
Damos la palabra a militantes y dirigentes sindicales y antibelicistas que nos han transmitido su reacción ante esta ocupación y sus consecuencias (estos militantes hablan a título personal, y sus atribuciones y responsabilidades son indicadas solamente como información).
Gene BRUSKIN
Cofundador de la Coalición sindical US Labor Against the War
La Coalición US Labor Against the War fue fundada en enero de 2003 para oponerse a la inminente guerra de Irak y dar voz al movimiento obrero contra las intervenciones militares de los Estados Unidos en el extranjero, incluido Afganistán. No es una coincidencia que las guerras de Irak y Afganistán fueran lanzadas
por la administración ferozmente antiobrera de George Bush y Dick Cheney en un momento de creciente resistencia laboral a sus políticas. La guerra y el nacionalismo siempre han conseguido en los Estados Unidos distraer a la gente de las injusticias perpetradas contra ella por nuestro propio gobierno y sus amigos de las grandes empresas.
Irónicamente, y al mismo tiempo de forma muy reveladora, la retirada de las tropas estadouni
denses de Afganistán está siendo utilizada una vez más para socavar las conquistas de la clase obrera estadounidense. El éxito del masivo frente unido de fuerzas sociales que se levantó contra la amenaza de una dictadura de Trump que había impuesto un paquete de políticas progresistas e inversiones sociales nunca vistas en las últimas décadas. Pero una vez más, una intervención extranjera de los Estados Unidos desvió la atención de la nación de las necesidades de la población para focalizarla sobre la protección a nuestras tropas y conciudadanos en Afganistán y a los afganos cuyas vidas están en peligro por haber apoyado nuestra agresión.
El balance de 20 años de guerra estadounidense en Afganistán es trágico: El inmenso sufrimiento, la muerte, el empobrecimiento y el desplazamiento de millones de afganos por los que, supuestamente, los Estados Unidos combatían; cientos de miles de millones de dólares vertidos en las arcas de la industria bélica (muchas de estas armas acabaron en manos de los talibanes); miles de millones de dólares desvanecidos en beneficio de patrones estadounidenses y de líderes afganos corruptos; miles de muertos y heridos, entre los cuales los soldados estadounidenses, en su mayoría originarios de la clase obrera, y un daño incalculable para los que sufren de trastorno de estrés postraumático; y, finalmente, campo libre para Dáesh en Afganistán, que surge en el desorden dejado por la retirada de los Estados Unidos, y que contradice todos los pretextos invocados para invadir Afganistán.
Es imposible separar el carácter imperialista de la política exterior estadounidense de las políticas aplicadas en el propio país. No habrá justicia en casa hasta que no haya justicia para todos. La justicia, al igual que la salud y una solución duradera al problema climático solamente pueden ser garantizadas a escala mundial.
27 de agosto de 2021
Clarence THOMAS
Antiguo presidente de la sección sindical 10 del Sindicato de estibadores de la costa oeste (ILWU)
La caída del gobierno corrupto de Afganistán, apoyado por las
potencias occidentales, era inevitable. Y hoy asistimos a la destrucción de Afganistán, con el desplazamiento masivo de afganos aterrorizados.
Se han gastado más de 2 billones de dólares en esta guerra imperialista, una guerra que ha durado 20 años. Imaginemos lo que se hubiera podido hacer con esos 2 billones de dólares si hubieran sido utilizados en nuestro país. Probablemente se habría podido instaura un servicio público que garantizara la atención médica gratuita para todos, salarios decentes, infraestructuras, mejores escuelas públicas y muchas cosas más.
Mi sindicato, ILWU, la sección 10, ha estado a la vanguardia de la lucha contra la guerra « en el interior como en el exterior ». Con la huelga, paralizamos los 24 puertos de la Costa Oeste para protestar contra las guerras de Irak y Afganistán, y fue la primera vez que un sindicato estadounidense convocó una huelga, no por salarios y mejoras sociales, sino para protestar y resistir contra la política extranjera estadounidense. Fue hecho histórico.
Estamos convencidos de que esta huelga, y muchas otras acciones obreras, desde los años 1930, no se habrían llevado a cabo sin las acciones de los militantes de base y los dirigentes negros de la sección 10 del ILWU. Somos un ejemplo para otros sindicatos.
Dicho lo cual, estoy convencido de que, debido a la influencia del Partido Demócrata, el movimiento sindical a nivel nacional se ha visto obstaculizado, se le ha impedido emprender esas acciones que son esenciales para la defensa de los intereses de la clase obrera. La subordinación del movimiento sindical al Partido Demócrata nos ha desmovilizado, impidiendo que nos opongamos a las guerras y ocupaciones estadounidenses en nombre del lucro.
Nuestro movimiento sindical debe actuar de forma independiente, empezando por exigir la reducción drástica del presupuesto militar. « ¡Un ataque contra uno es un ataque a todos!” (Lema del ILWU).
Désirée ROJAS
Presidenta de la sección de Sacramento du Labor Council for Latin American Advancement (Organización de defensa de trabajadores latinoamericanos de la AFL-CIO)
Hace años, la guerra de Afganistán se llamaba « guerra a ventanilla abierta », y hoy podríamos llamarla « guerra a ventanilla abierta sin libro de cuentas ».
Qué lección es la ver el final de una guerra que casi llevó a los Estados Unidos a la bancarrota y que, por su concepción, alimentó la campaña de privatización y los ataques antiobreros en todo el país, especialmente contra los trabajadores del sector público a nivel local, de los Estados federados y del Estado federal, mientras que creaba cada vez más y más nuevos multimillonarios.
Son esos mismos millonarios – y multimillonarios – que están exentos de impuestos, burlan de las leyes, castigan a los trabajadores y a sus familias y destruyen nuestro medio ambiente. Esta situación nos conduce a acoger refugiados y a intensificar la lucha por la justicia en favor los inmigrados, por la atención médica gratuita, por la reducción del precio de los alquileres y por el empleo.
Jim LAFFERTY
Director ejecutivo honorario de la National Lawyers Guild de Los Ángeles, y miembro del Consejo de Administración de la American Civil Liberty Union de California del Sur
Pocas horas después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, en una reunión de la cumbre de crisis, el entonces secretario de Defensa Donald Rumsfeld escribió: « Mirad si estáis en condiciones de golpear a S.H. (Saddam Hussein) … entrar con fuerza … barrer todo. Mismo si las cosas tienen o no que ver unas entre otras ».
Esto era lo que los imperialistas puros y duros de los Estados Unidos habían estado buscando… un nuevo Pearl Harbor que justificara, en la mente del pueblo estadounidense, que los Estados Unidos ataquen a Irak, Irán, Afganistán, etc. « Si las cosas están relacionadas entre ellas o no ».
Esto es lo que, más o menos, han hecho los Estados Unidos desde el 11 de septiembre. Y nada de todo eso, como Irak, ha resultado, como los imperialistas lo esperaban. Afganistán es un ejemplo más.
Si hoy en día, los periodistas y los expertos empezaran a reconocer que no teníamos ningún derecho a hacer la guerra en Afganistán, en esa época, ni ninguna otra posibilidad salvo de traer muerte y devastación, entonces el pueblo estadounidense podría entender el contexto real de la debacle en curso. En otras palabras, el pueblo estadounidense podría entender que la tragedia actual en Afganistán cuando nuestras tropas salieron es culpa del gobierno estadounidense, no del pueblo afgano, por muy despreciables que sean los que actualmente controlan Afganistán.
Katharine HARER
Co-vicepresidenta y organizadora de la sección 1493 de la Federación de enseñantes estadounidenses (AFT), San Mateo
Community College.
Me entristece y me indigna la intervención militar de nuestro país en Afganistán. Ha durado más de veinte años, la intervención militar más larga de Estados Unidos, dejando cientos de miles de muertos o mutilados, y obligando a millones a buscar refugio en países extranjeros. El coste total de la guerra para Estados Unidos supera los 2 billones de dólares.
Durante este tiempo, nuestro país continúa su loca carrera hacia una situación en la que la desigualdad de ingresos está en su punto más elevado: las familias pasan hambre, el número de personas que son desalojadas de sus casas y se encuentran en la calle, la atención médica es cara y de difícil acceso. Los presupuestos de educación siguen disminuyendo, mientras que los salarios de los profesores no pueden seguir el ritmo del coste de la vida. Muchos estudiantes de nuestros bachilleratos públicos tienen dos o más trabajos para sobrevivir. Es hora de volver a centrarse en las necesidades de los Estados Unidos y de nuestro pueblo y dejar de intervenir militarmente en otros países.
Mi corazón está con nuestros soldados aún estacionados en Afganistán y con todos los refugiados que buscan ser acogidos en nuestro país.
No queremos más guerras imperialistas, ni más vidas desperdiciadas.
Michael ZWEIG
Antiguo coorganizador nacional del U.S. Labor Against the War
Cito un viejo adagio: todo lo malo tiene su fin. Es así que los Estados Unidos está retirando todas sus tropas de Afganistán.
El presidente Biden y otros altos funcionarios del gobierno estadounidense dicen que no tenían ni idea de que el gobierno afgano y sus fuerzas armadas (que ellos crearon y pagaron) desaparecerían a los pocos días del anuncio de la retirada de las tropas estadounidenses. La triste realidad es que la clase dirigente estadounidense nunca tuvo ni idea de la verdadera dinámica política y social de Afganistán. Al igual que era ridículo que los Estados Unidos afirmara hace años que estaban proporcionando ¡asistencia militar a las fuerzas afganas para que pudieran estar debidamente equipadas y aprender a combatir! El pueblo afgano sabe luchar desde hace mucho tiempo. Es por eso que a Afganistán se le denomina como el cementerio de los imperios.
Pero nosotros, los militantes del movimiento obrero y de todos los sectores de la sociedad civil estadounidense que trabajan por la paz, sabíamos desde el inicio de esta guerra en 2002 era un error. Nos movilizamos inmediatamente contra ella porque no queríamos que un país invadiera y dominara a otro. Sabíamos que esta guerra dirigida por los Estados Unidos estaba condenada al fracaso, porque sabíamos que el Imperio no sabe lo que sabe el pueblo. Sabíamos que la dominación de cualquier país por parte de los Estados Unidos conduciría a la resistencia y a la derrota final.
Y eso es lo que ocurrió. ¿Pero después de cuántas muertes? ¿Cuánto sufrimiento? ¿Cuánta destrucción física y social catastrófica en este país? ¿Y a costa de cuánta vergüenza para la clase dirigente estadounidense en toda su arrogancia ignorante?
Sin embargo, el presidente Biden sigue prometiendo que los medios militares y de inteligencia de EE.UU. seguirán operando en Afganistán « desde el otro lado del mundo », atacando donde él decida. Mientras tanto, Biden quiere « desplegar » los activos militares y diplomáticos estratégicos de EE.UU. para enfrentarse a la República Popular China, para mostrar al mundo que « Estados Unidos está de regreso, en primera fila”.
El presidente Biden no es un apóstol de la paz. Frente a los desafíos de nuestro país, desde la gran desigualdad, la pandemia, las catástrofes medioambientales sin precedentes (incendios, inundaciones y sequías), debemos mantener en alto la bandera de la paz y la solidaridad internacional de los trabajadores. ¡La Luta Continua!
27 de agosto de 2021
Sandy EATON, RN
Antiguo presidente del Consejo ejecutivo del sindicato de enfermeros/enfermeras, National Nurses United (AFL-CIO)
Afganistán y la clase obrera
Hace 42 años, la Administración Carter comenzó a reclutar, financiar y armar a fanáticos religiosos para ayudar a derrocar al gobierno socialista de Kabul y arrastrar a la Unión Soviética a un atolladero. A continuación, la administración Reagan incrementó enormemente esta injerencia y consiguió derribar a la Unión Soviética. Desde entonces, todas las Administraciones estadounidenses, republicanas y demócratas, han contribuido a la devastación de Asia Central, Oriente Medio, África y el mundo entero.
A las crisis climáticas y a la pandemia, hay que añadir ahora el temor de que Estados Unidos, derrotado en Afganistán, arremeta violentamente en otros lugares, tanto para compensar la humillación como para que los traficantes de armas mantengan su posición privilegiada en la economía.
A principios del primer gobierno de Reagan, 241 marines estadounidenses murieron en una explosión en Beirut. Unos días después, las fuerzas estadounidenses invadieron Granada [*] para derrocar al gobierno del Movimiento New J.E.W.E.L. Más tarde, Estados Unidos invadió Panamá, golpeando brutalmente los barrios obreros.
Así que debemos estar preparados para los próximos ataques, ya sean contra Cuba, Venezuela, Nicaragua o los movimientos de liberación emergentes en América Latina y el Caribe. Una bestia herida, incluso cuando está herida de muerte, sigue atacando. Nos solidarizamos con todas las víctimas de los crímenes pasados y futuros del imperialismo.
destrucción masiva, siguen destruyendo naciones de mayoría musulmana como Libia, Siria, Irak, Somalia, Yemen (con la ayuda de la monarquía saudí) y otras. Implican un genocidio cultural, ya que estos pueblos se encuentran entre los más pobres del mundo.
Todas las guerras de invasión, agresión, destrucción y ocupación para saquear el petróleo y de otros recursos necesarios que requiere la máquina de hacer ganancias al capitalismo deben terminar ahora. No puede haber humanidad, ni vida, con guerras absurdas y sangrientas que dañan la tierra y la vida. ¡Sin justicia, no hay paz!
Michael CARANO
Militante de la sección 348 del Sindicato de camioneros (Teamsters), jubilado
Después de cientos de miles de muertes durante 20 años, después de más de 2 billones de dólares en gastos inútiles en los que los únicos ganadores son la industria militar y los fabricantes de armas, después de interminables mentiras sobre el « progreso » en la construcción de la llamada democracia y la nación en Afganistán, el presidente Joe Biden declara que los Estados Unidos abandonan Afganistán.
Cualquier declaración de Washington debe ser recibida con el debido escepticismo. Este escepticismo sugiere que las verdaderas razones de la retirada de las tropas no son del todo honorables, empezando por un cambio de enfoque: la « guerra contra el terrorismo » ya no es de actualidad, y los Estados Unidos ahora giran para dar una respuesta militar contra el colosal poder económico de China y la amenaza de su alianza con Rusia en una nueva Guerra Fría.
Los Estados Unidos deben reconocer el fracaso de más de 40 años de una política exterior que
(*) El Movimiento New J.E.W.E.L (acrónimo inglés de « new joint endeavor for welfare, education, and liberation », que traducido al castellano significa « nuevo esfuerzo unido para el bienestar, la educación y la liberación ») fue un partido político de izquierda, encuadrado en el comunismo, surgido en Granada, una caribeña isla -ndlt.
Julian KUNNIE
Militante de First Nations Enforcement Agency, del Free Mumia Movement y de la Black Alliance for Peace (a título personal)
La invasión y ocupación de Afganistán por parte de los Estados Unidos y la OTAN desde 2001, al igual que todas las guerras imperialistas, ha provocado muerte, devastación y un sufrimiento incalculable al pueblo afgano y a los pueblos de la región.
Estas guerras, así como las guerras imperialistas de los Estados Unidos con armas de utiliza el poder para coaccionar a otras naciones para que acepten sus intenciones imperiales y económicas. Ya es hora de acabar con el desorden que esta política ha provocado en muchas partes del mundo. Hay que poner fin a todas las sanciones contra Irán, Siria, Yemen, Venezuela, Nicaragua y Cuba.
Además de su continua injerencia en estos países, los Estados Unidos deben poner fin a sus reiterados intentos de ahogar el derecho a la autodeterminación de los pueblos de Haití, las naciones del Cuerno de África, América Central y América del Sur.
Deben reducir su presupuesto militar (al menos) a la mitad y gastar el dinero en el bienestar material de sus ciudadanos, mejorando las escuelas públicas, el sistema de salud, luchando contra el cambio climático y, en definitiva, convirtiéndose en una nación entre naciones, colaborando con todas ellas para evitar la destrucción nuclear y la degradación del mundo. Es hora de llegar al corazón del complejo militar-industrial en el Congreso.
El imperio debe terminar ahora. Hay que acabar con la organización del mundo con el único fin de obtener beneficios. Es hora de que la humanidad se una para hacer frente a la amenaza que el capitalismo supone para nuestro planeta.
Cliff CONNER
Autor de The Tragedy of American Science (La tragedia de la Ciencia Americana)
Cuando Joe Biden declaró con suficiencia que « Afganistán es el cementerio de los imperios », ¿no se dio cuenta de que estaba reconociendo la naturaleza imperialista de la intervención estadounidense?
Los recientes acontecimientos en Afganistán demuestran el fracaso de su « plan A » (la estrategia de « cambio de régimen » para someter a Afganistán y convertirlo en una dócil neocolonia estadounidense). Sin embargo, el plan alternativo, el « Plan B », la estrategia del « Estado fallido » continúa, como en Irak, Siria, Libia, Yemen, Somalia y tantos otros países: cuando los Estados Unidos no pueden conquistar un país, intentan destruir militarmente sus instituciones, su economía y su infraestructura, y una vez que lo ha hecho, los responsables políticos derramarán lágrimas de cocodrilo por el « Estado fallido » que han creado.
Por lo cual, no es sorprendente verlos « defecar en el suelo al salir de casa ». El capítulo final de la saga afgana aún no se ha escrito, pero el evidente fracaso del imperialismo estadounidense para aplastar a Afganistán después de veinte años de esfuerzos sin cuartel es un poderoso testimonio del actual declive y caída del imperio estadounidense.
Joe LOMBARDO
Miembro del Comité director de la coalición United National Antiwar Coalition
Compañeros,
A continuación, encontrarán, como contribución, breves extractos de una declaración emitida el 19 de agosto por la Coalición Nacional Antiguerra Unida (UNAC), de la que soy miembro del Comité director. Su título es: « Declaración del UNAC sobre la toma de control de Afganistán por los talibanes ».
« La sucesión de los acontecimientos en el mundo actual es muy rápida, pero ningún acontecimiento se ha movido más rápido que el avance de los talibanes y la caída del régimen títere proamericano en Afganistán.
Los Estados Unidos invadieron supuestamente Afganistán para capturar a Osama Ben Laden, al que consideraban responsable de los atentados del 11 de septiembre. El gobierno talibán dijo que lo entregaría a un Tribunal Internacional si había pruebas de su participación, pero en lugar de hacerlo, los Estados Unidos atacaron y ocuparon el país y entregó el gobierno a un grupo de Señores de la guerra de la Alianza del Norte. Se suponía que esto iba a instaurar la democracia en Afganistán. Veinte años después, los talibanes han vuelto más fuertes que nunca.
Los últimos 20 años han sido un infierno para el pueblo afgano. Aproximadamente murieron 240 000 personas, se han producido ataques masivos con drones [aviones no tripulados] y bombardeos, y se han creado cárceles secretas donde se tortura, como la base aérea de Bagram. La producción de opio aumento sin precedentes bajo la ocupación estadounidense.
Los Estados Unidos nunca han estado en Afganistán para luchar contra el terrorismo o para proporcionar una vida mejor al pueblo afgano, estaba allí para instalar un gobierno proestadounidense que apoyara sus objetivos políticos y militares estratégicos en la región, incluida su agresión contra China e Irán. También querían acapararse de los inmensos recursos minerales de Afganistán.
Debemos exigir: el fin de los bombardeos, la retirada de todas las tropas, mercenarios y fuerzas especiales del país y de la región, el fin de las sanciones y el pago de reparaciones por la destrucción causada por la guerra y la ocupación. El pueblo afgano debe decidir su propio destino sin la intervención de los Estados Unidos.
Saludos fraternales
Joe Lombardo
Jack RASMUS
Autor, economista, militante sindical
Afganistán, signo distintivo del imperio estadounidense en un momento histórico
Los Estados Unidos y su hegemonía mundial ya no pueden permitirse el coste financiero de mantenerse en Afganistán, por lo que se retiran. Los nuevos costes proyectados para mantener el imperio mundial de los Estados Unidos durante la próxima década se han incrementado drásticamente en comparación con los que había al inicio de la guerra de Afganistán en el tercer trimestre de 2001. Los Estados Unidos se retiran porque, por primera vez desde 1945, ha decidido recortar sus gastos en zonas menos estratégicas, como Afganistán, para financiar los crecientes gastos que el imperialismo tiene previsto realizar en otros lugares, que se prevé que aumenten considerablemente en la década hasta 2020 y más allá.
Las dos nuevas áreas que requieren billones de dólares de nueva financiación son
El asombroso coste de la inversión en las tecnologías de nueva generación necesarias para competir con China, tanto militar como económicamente;
El coste de la inversión en ciberseguridad necesaria para competir con Rusia, China y algunos competidores menos importantes.
Los defensores de los intereses imperialistas estadounidenses se dan cuenta de que no pueden seguir desperdiciando billones de dólares en guerras en Afganistán, y mucho menos en todo Oriente Medio, ya sea en Irak, Libia, Siria/ Dáesh, o en el empantanamiento en Irán o financiando la guerra de los Estados árabes en Yemen.
El colapso de sus finanzas obliga al imperio estadounidense a
replegarse, consolidarse y reorientarse para hacer frente a las nuevas amenazas estratégicas que se ciernen sobre la hegemonía imperial de los Estados Unidos.
A partir de ahora, la atención se centrará en la gran guerra tecnológica con China y en los conflictos de ciberseguridad con Rusia. Estos son los intereses estratégicos clave del imperio estadounidense en esta década y más allá… no Afganistán.
27 de agosto de 2021
Rodger SCOTT
Antiguo presidente de la sección 2121 de la Federación de enseñantes (AFT)
La guerra no declarada e intervencionista en Afganistán fue uno de los fracasos más vergonzosos y destructivos de la estúpida, racista e histérica política exterior de mi país. Soy un patriota: serví en el ejército estadounidense entre las guerras de Corea y Vietnam. También serví dos años como voluntario del Cuerpo de Paz en Colombia y 48 años como profesor en cuatro países. Debemos sacar las lecciones de nuestros crímenes contra la humanidad y cesar de intervenir contra otras naciones.
Allan FISHER
Los Estados Unidos deben sacar como lección de la experiencia afgana que no tienen derecho a ocupar otras tierras, pueblos y naciones. Los Estados Unidos deben ofrecer reparaciones y disculpas a los pueblos que ha atacado. Los métodos de guerra estadounidenses siempre han provocado enormes bajas entre los civiles inocentes. La venganza nunca debe ser una justificación para el uso de la violencia contra los adversarios, ya que aumenta la probabilidad de que se produzcan represalias y violencia continua contra ambas partes.
Las fuerzas armadas estadounidenses y sus guerras son una fuente importante de gases de efecto invernadero que suponen una amenaza para la supervivencia de la humanidad. ¿A quién beneficia? ¡Los especuladores de la guerra! No se debe permitir que nadie se beneficie de los gastos de guerra y defensa nacional. Debemos luchar para poner fin a estas guerras injustas y reducir drásticamente nuestro presupuesto de « defensa », presupuesto tan desmesurado no hace que nuestro país sea más seguro.
Hal SUTTON
Jubilado, miembro de United Auto Workers (UAW)
Tras 20 años de intervención militar de los Estados Unidos y la OTAN, la coalición de naciones imperialistas dirigida por los Estados Unidos se retira de un Afganistán devastado por la guerra. Deja el país en manos de un régimen que originalmente fue apoyado por los Estados Unidos, pero derrocado por ellos mismos después del 11 de septiembre 2001.
A medida que la retirada de las tropas llega a su fin, el peligro de un retorno de las tropas imperialistas seguirá existiendo mientras el capitalismo imperialista siga dominando la economía política de la humanidad. Las masas trabajadoras del mundo, incluidos los Estados Unidos, no tendrán ningún interés en un nuevo compromiso militar en Afganistán, al igual que no tienen interés en ninguna intervención imperialista. El movimiento obrero de los Estados Unidos debe estar atento para oponerse a cualquier operación militar imperialista, ya que éstas siempre van en detrimento de los intereses de la clase obrera.
Declaración de Haïti Liberté sobre la guerra realizada por los Estados Unidos en Afghanistán
(publicada en Brooklyn, N.Y.)
La invasión y ocupación militar estadounidense de Afganistán desde octubre de 2001 hasta agosto de 2021 es uno de los mayores crímenes de la historia. Es una violación del derecho internacional, de los derechos humanos, de la Carta de la ONU y de los Principios de Nuremberg, y un crimen contra la paz, definido en parte como « la planificación, preparación, iniciación o realización de guerras de agresión ».
Esta guerra criminal provocó la muerte de más de 241 000 hombres, mujeres y niños afganos. También provocó la muerte de unos 2 500 soldados estadounidenses y casi 21 000 heridos. Ha producido más de dos millones de refugiados afganos, desplazados dentro y fuera del país. La guerra costó unos 2,3 billones de dólares y se utilizó como trampolín para la siguiente guerra contra Irak.
En Haití, hace un siglo, fuimos víctimas de una guerra estadounidense similar que duró dos décadas. De 1915 a 1934, los marines estadounidenses ocuparon militarmente Haití, matando a miles de haitianos, que también resistieron ferozmente a su agresión. El objetivo de la invasión era tomar el control de Haití con fines geopolíticos. Los Estados Unidos quería apropiarse del control de nuestra agricultura, materias primas y bancos, así como con del estrecho [marino -ndlt] del Paso de Barlovento, entre Haití y Cuba, por el que transita todo el transporte marítimo de la costa este de los Estados Unidos a la costa oeste en su camino hacia el Canal de Panamá, terminado en 1914. Los Estados Unidos afirmando su control sobre el Caribe frente a la rivalidad de las potencias europeas.
Del mismo modo, los Estados Unidos querían establecer su control sobre Afganistán como una región estratégica a través de la cual construir gasoductos, rodear militarmente a China y Rusia,
asegurar su dominio sobre tierras raras, estimadas en 1 billón de dólares, y facilitar la producción de heroína, cuyos ingresos se utilizan para financiar los presupuestos ocultos de las agencias de inteligencia estadounidenses.
Pero el pueblo afgano, al igual que el haitiano, luchó hasta el final contra la ocupación estadounidense. El balance de Washington en las dos décadas que lleva en Afganistán es tan malo como el de Haití hace un siglo. Afganistán y Haití demuestran que la resistencia popular, en cualquiera de sus formas, puede frustrar los planes de los imperios más poderosos. Los haitianos lo demostraron en 1804 y 1934, y los afganos en 2021.
¡Abajo las interminables guerras de Washington en todo el mundo!
¡Viva la autodeterminación de Afganistán y Haití!
Textos reproducidos de la carta semanal de informacion de The Organizer, número 36 del 31 de agosto de 2021.