ESTADOS UNIDOS 800 enfermeras en huelga durante 122 días

En los Estados Unidos, en el Hospital St. Vincent, en el Estado de Massachusetts (cuya capital es Boston), las enfermeras llevan 122 días de huelga masiva para que la poderosa empresa Tenet, propietaria del hospital, responda positivamente a sus reivindicaciones, huelga realizada con el apoyo y la participación de la organización sindical.
Gracias a los militantes sindicales estadounidenses que publican el periódico The Organizer, y que están afilia- dos al Comité Obrero Internacional, podemos ofrecer información sobre la manera como se desarrolló este conflicto y lo que significa para todo el movimiento sindical estadounidense. El artículo que sigue se basa en extractos de un artículo de Sandy Eaton, antiguo dirigente de un sindicato de trabajadores de la salud, y en un artículo de Rand Wilson y Mark Dudzic, presidente de la Asociación Universal de la Seguridad Social.
Ahora Tenet pretende romper la huelga por cualquier medio, incluyendo la sustitución de los huelguistas por trabajadores contratados permanentemente. Ante esta provocación, es todo el movimiento obrero, de abajo a arriba y de arriba a abajo, el que debe contraatacar.
Este movimiento planteará a la lucha una consigna esencial del movimiento sindical (adoptada oficialmente por el congreso de la AFL-CIO), la de un sistema de seguridad social de reparto. Esta demanda es ahora rechazada por Biden, como lo fue ayer por Trump.
800 enfermeras en huelga durante 122 días
Desde hace 122 días, las 800 enfermeras del Hospital St. Vincent de Worcester (Massachusetts) están en huelga. ¿Por qué razón? Para exigir a la gran empresa sanitaria Tenet [*], propietaria de este hospital, que ponga a disposición los fondos suficientes para la contratación de personal y la adquisición de los medios necesarios para garantizar, en buenas condiciones de seguridad, la hospitalización de los pacientes, en particular en este periodo de pandemia. La seguridad del paciente fue el objetivo central del movimiento que movilizó a las enfermeras de San Vicente con el apoyo de su sindicato, el National Union of Healthcare Workers, al que está vinculada la Massachusetts Nurses Association. Para Tenet, en cambio, la única preocupación es el beneficio, un beneficio incrementado – como dice el comunicado de los huelguistas – por el hecho de que Tenet se ha embolsado 2 600 millones de dólares de dinero público en nombre de la lucha contra la pandemia.
La huelga se lleva a cabo desde el 8 de marzo. A pesar de las presiones e intimidaciones, los huelguistas se han mantenido firmes y siguen unidos en la acción. Han recibido el apoyo de los sindicatos locales y cuentan con la simpatía activa de la población. Tenet se niega a ceder. Por el contrario, en los últimos días se ha producido una evolución preocupante: Tenet pretende romper la huelga anunciando que se está preparando para contratar personal de forma permanente en lugar de los huelguistas.
Lo que está ocurriendo hoy en la huelga del Hospital de San Vicente es de importancia nacional para el movimiento obrero estadounidense. En primer lugar, porque el motivo de la disputa existe en todo el sistema sanitario estadounidense. En todas partes, las grandes empresas financieras que controlan los hospitales y la industria sanitaria en su conjunto han obtenido unos beneficios asombrosos durante la pandemia, incluso utilizando los fondos públicos que se les han asignado en nombre de la lucha contra la pandemia.
En segundo lugar, porque recurrir al equivalente de un despido de los huelguistas es un ataque frontal al derecho de huelga.
Esta agresión recuerda a un precedente que tuvo consecuencias desastrosas para todo el movimiento obrero estadounidense (véase « El precedente de 1981 »).
A este respecto, para evitar que se repita lo que ocurrió en 1981, bajo la presidencia del republicano Reagan, yqueestáalaordendeldíaenla agenda del presidente Biden, el representante del Partido Demócrata, es necesaria una movilización de todo el movimiento obrero, de la AFL-CIO. Este es el llamamiento de los huelguistas de San Vicente. « Si no es así, el presidente Biden y la mayoría Demócrata en el Congreso dejarán que el atropello sea cometido », escribe Sandy Eaton, que concluye: « Una poderosa ola puede poner fin a setenta y dos años de retroceso. Lo que se necesita en esta época iniciada por la pandemia es una solidaridad lo suficientemente fuerte como para cambiar el equilibrio de poder en este país ».
[*] Tenet Healthcare es una empresa privada estadounidense que posee decenas de hospitales en los Estados Unidos [-ndlt].
Declaración de la Asociación de Enfermeras de Massachusetts (MNA) (1 de julio)
« Estamos decididas a continuar nuestra huelga hasta que Tenet se siente en la mesa de negociación »
La próxima semana, una delegación de enfermeras en huelga del Hospital St. Vincent de Worcester (Massachusetts), un hospital propiedad de Tenet Corporation, viajará a Dallas (Texas), donde se encuentra la sede de Tenet. Esta delegación se dirigirá directamente a los responsables de esta empresa para que respondan a la demanda del personal que solicita contrataciones para garantizar la atención y la seguridad de sus pacientes. Por esta reivindicación, las enfermeras de San Vicente están comprometidas en una huelga que es, ya, la más larga del sector desde hace una década (la huelga es efectiva desde el 8 de marzo).
Los huelguistas declaran: « Tras meses de intentos inútiles por convencer a la administración del Hospital Saint Vincent de que nos proporcione los recursos que necesitamos para proteger a nuestros pacientes y al público, hemos decidido ir a Dallas para dirigirnos directamente a la dirección de Tenet (…). Antes de la pandemia, y más aún durante ella, nuestras enfermeras, los pacientes y toda la comunidad de Worcester han sufrido gravemente porque Tenet se ha negado a contratar al personal necesario y a asignar los fondos necesarios para mantener la seguridad de nuestros pacientes, exponiendo a las enfermeras y a otro personal paramédico a un riesgo adicional de covid-19, agravado por la falta de equipos de protección. Mientras Tenet se ha embolsado más de 500 millones de dólares en beneficios utilizando el dinero público que se le ha dado en nombre de la lucha contra la pandemia, nuestros pacientes han sufrido escaras por decúbito y caídas evitables, así como peligrosos retrasos en la administración de medicamentos. »
La delegación trae consigo una petición firmada por más de 700 huelguistas que estigmatizan a Tenet por utilizar, en su propio beneficio, 2 600 millones de dinero público, que no se utilizó para aumentar la capacidad del hospital, incluida la contratación de personal, sino para pagar las deudas de la empresa, recomprar acciones de sus ejecutivos y estabilizar, como dijo uno de ellos, « la posición financiera de la empresa« .
En la petición, las huelguistas de St. Vincent concluyen: « Estamos resueltas a continuar nuestra huelga hasta que Tenet se siente a la mesa de negociaciones para aceptar un contrato que aborde la necesidad de más enfermeras para garantizar la seguridad de los pacientes. No hay que tener en cuenta las « pérdidas y ganancias ». Nuestra huelga comienza con las necesidades de nuestros pacientes, que son nuestros amigos y vecinos. No los defraudaremos ».
El precedente de 1981
En un artículo sobre la huelga de las enfermeras de Massachusetts, Mark Dudzic, presidente de “Labor Campaign for single payer” [seguro médico individual -ndlt]), y Rand Wilson, antiguo funcionario sindical del Local 888 de Seiu en Boston, recuerdan el precedente de la huelga de los controladores aéreos rota por Reagan en 1981:
« Para los que tenemos edad suficiente para recordar, la situación actual evocar el periodo de libertinaje anti-sindical que siguió a la decisión de la administración Reagan de despedir a miles de controladores aéreos para romper la famosa huelga de Patco de 1981. La forma en que se rompió el sindicato de controladores aéreos fue una señal para los patrones de todo el país desde ahora sería aceptable que los patrones rompieran las huelgas y vayan contra los sindicatos.
Pronto, desde los mineros del cobre de Arizona en huelga hasta los trabajadores de los periódicos de Detroit, todos vieron cómo de la noche a la mañana sus puestos de trabajo fueron ocupados por otros. Y lo que es más significativo, esto ha modificado la relación entre el trabajo y el capital, en la medida en que el arma más poderosa del movimiento obrero (la huelga) fue efectivamente neutralizada.
Comenzó entonces un periodo devastador, en el que el movimiento sindical multiplicó las concesiones cuyas consecuencias aún se dejan sentir. La decisión de Reagan de despedir a los huelguistas de Patco no fue un acto aislado de un presidente enfadado. De hecho, su administración aprovechó la oportunidad para aplicar una política abiertamente dirigida a debilitar y desestabilizar el considerable poder del movimiento obrero en Estados Unidos. Y esta ofensiva de Reagan tuvo éxito.
El movimiento obrero a escala de los Estados Unidos tardó en responder a esta provocación. Los dos podemos recordar ese momento cuando estábamos en la concentración en la Gran Plaza Nacional el Día de la Solidaridad en 1981, entre medio millón de trabajadores sindicalizados movilizados en Washington ese día. Pasaron más de seis semanas desde los primeros despidos antes de que la AFL-CIO convocara la concentración. Y eligieron convocarlo un sábado, un día en que todo en Washington está cerrado por el fin de semana.
Mientras permanecíamos bajo el sol escuchando los interminables discursos, podíamos ver cómo los aviones despegaban y aterrizaban sin obstáculos justo sobre el río Potomac en el Aeropuerto Nacional. Lo que debería haber sido una demostración del poder del movimiento obrero se convirtió en una demostración de nuestra impotencia. Al igual que muchos otros que estuvieron presentes ese día, juramos no dejar que otro intento del tipo Patco quede sin respuesta ».