Martinica se levanta contra el “alto coste de la vida”
Se multiplican los cortes de carretera y las manifestaciones contra el «elevado coste de la vida». La prefectura ha decretado el toque de queda. Los trabajadores comentan: « Las manifestaciones se convoca ron con calma, pero en los barrios muy pobres la gente ya no puede más y los niños están desamparados, así que las cosas se están descontrolando. En eso se centran los medios de comunicación, en lugar de mostrar la vida real de la gente». « El elevado coste de la vida, la represión: son los mismos problemas que en Kanaky. Estamos reviviendo la represión colonial contra los manifestantes que exigen poder vivir». «Las grandes empresas pes queras y turísticas lo tienen todo, y a los pequeños pesca dores les retiran sus caladeros y sus barcos… ellos también pasan hambre». Otros señalan que “las ta rifas aéreas se disparan y nos impiden ir a ver a (nuestros) hijos” que viven en Francia. La situación ha empeorado con el escándalo de la clordecona (1), porque muchas familias sobrevivían sembrándola alrededor de sus casas. Eso ya no es posible, porque corren el riesgo de envenenarse, así que tienen que comprarlo todo. Lo mismo ocurre con el agua: el agua mineral embotellada cuesta tres veces más cara que en Francia, así que la gente recurre al agua del grifo, muy trata da con pesticidas y sometida al deplorable estado de las cañerías. Contra la subida de los precios, que a veces superan en más de un 50% los de Francia, trabajadores, madres, pequeños comerciantes y artesanos se suman a la movilización ini ciada por la Agrupación por la Protección de los Pueblos y de los Recursos Afrocaribeños (RPPRAC), cuyos partidarios visten camisetas rojas y enarbolan la bandera independentista negra-verde-roja. Pero no todo el mundo está descontento con el «alto coste de la vida». Los manifestantes señalan con el dedo a los béké (2), una de cuyas principales familias, los Hayot, controla los supermercados y se “llenan los bolsillos”.
De nuestro corresponsal
(1) Plaguicida utilizado en las plantaciones de plátanos de Guadalupe y Martinica y autorizado hasta 1993 (y después), a pesar de su carácter cancerígeno. Contaminante del suelo, el agua, la fauna y la flora, ha causado graves problemas a la población.
(2) Los antiguos esclavistas de Guadalupe y Martinica, «compensados» por el Estado cuando se abolió la esclavitud, han mantenido su dominación económica y política desde entonces.
