Devastación social y demagogia anti-inmigración
¿Se puede entender el resultado de las elecciones sin partir de la realidad social en el Este de Alemania? Después de que el pueblo y los trabajadores impusieron la reunificación de Alemania en 1989, la santa-alianza del gobierno de Helmut Kohl (CDU) con los dirigentes “socialistas” del SPD y los vertidos a la “economía de mercado”, ha desencadenado medidas contra las conquistas sociales. El organismo que se estableció para privatizar, el Treuhand, provocó estragos. Así, la pequeña ciudad de Sömmerda, en Turingia, contaba entonces con 25 000 habitantes (menos de 20 000 hoy en día). La fábrica Robotron (componentes electrónicos) empleaba entonces 15 000 trabajadores, y todas las instituciones sociales de la ciudad estaban ligadas a ella, desde los jardines de infancia hasta el Palacio de la Cultura, pasando por las piscinas. Todo eso era considerado por los trabajadores como su “segundo salario”, convencidos de que la empresa les pertenecía. En junio de 1990, todo fue destruido por la Treuhand. Arrojados al desempleo, una parte de los trabajadores tuvieron que aceptar lo provisional, pequeños trabajos sub-pagados, mientras que muchos jóvenes abandonaron la región. Incluso hoy, en los Länder de Sajonia y de Turingia, la patronal sigue beneficiando de las derogaciones a los convenios colectivos. En Sajonia, solamente el 17% de las empresas y el 42% de los trabajadores están cubiertos por un convenio colectivo. E incluso ellos tienen salarios inferiores a los del Oeste.
En cuanto a la demagogia antiinmigrados, todos los partidos instrumentalizaron el asesinato de tres transeúntes perpetrado por un individuo que se reclama de Daech, en Solingen, el 23 de agosto. Desencadenaron su furia contra el derecho de asilo y la acogida a los inmigrantes. Es el caso, evidentemente, de la AfD, que ha hecho de la demagogia contra los inmigrados su carta de presentación y que se pronuncia por la expulsión masiva de refugiados. La AfD es un partido burgués que milita por bajar los impuestos a las empresas y por limitaciones más severas del derecho de huelga. Pero la AfD ha sido escuchada por el gobierno federal. Dos días antes de las elecciones, la ministra SPD del Interior expulsó, con gran eco publicitario, a veintiocho refugiados afganos a los que se les negó el derecho de asilo, y que han sido entregados por avión al régimen de los talibanes en Kabul.
La demagogia anti-inmigrados también forma parte del programa de Sara Wagenknecht, ex presidenta del grupo parlamentario de Die Linke, que ella ha abandonado para fundar, en 2024, una agrupación populista que lleva su nombre, BSW, (15.8% de los votos en Turingia y 11.8% en Sajonia), que reivindica “limitar la inmigración”, “suprimir las ayudas” a los refugiados, etc.
Con todo esto, tanto la extrema derecha, como el gobierno Scholz y la misma Wagenknecht contribuyen deliberadamente a dividir a la clase obrera.