URGENT

Dossier de La Tribune des travailleurs (Francia) sobre el recalentamiento climático y la « transición ecológica »

Vista del ciclón Ida, 29 de agosto de 2021

La Tribune des travailleurs, periódico semanal del Partido Obrero Independiente Democrático (Francia), publicó un dossier sobre el recalentamiento climático y la « transición ecológica ». Consta de cuatro artículos. Los reproducimos íntegramente. 

Recalentamiento climático:
¿cuál es la situación actual? 

Una entrevista con Charles Dupuy, ingeniero meteorólogo jubilado (organismo estatal de los IPEF, Ingenieros de puentes, aguas y bosques por sus siglas en francés) 

¿Puede usted resumir para nuestros lectores lo que contiene el informe del GIEC (Grupo intergubernamental de expertos sobre la evolución del clima) sobre el calentamiento climático? 

En concreto, se trata del nuevo informe del Grupo 1 del GIEC cuya prepublicación en el primer trimestre del año tuvo una gran repercusión. Los medios de comunicación han deducido cuatro conclusiones principales de este nuevo informe: 

1. Se confirma el recalentamiento global. 

2. Se debe principalmente a las actividades humanas. 

3. Ahora sería inevitable, en ausencia de profundas modificaciones de estas actividades. 

4. Sería insostenible, en el sentido del respeto de los objetivos y plazos del Acuerdo de París de la COP 21 (Conferencia de las partes 21 (2015). 

A raíz de estos comentarios, la noción de transición ecológica está invadiendo el discurso político de todos los partidos y sindicatos. Se está forjando así una especie de unión sagrada para el clima. 

No se puede negar que las catástrofes climáticas van en aumento 

Depende de cuáles sean. Algunos son probablemente cada vez más frecuentes (las llamadas canículas u olas de calor). Sin embargo, científicamente no se puede demostrar que cada acontecimiento extremo, los incendios forestales asociados a las sequías (Australia, California (EEUU), Grecia, Portugal, Turquía), las grandes inundaciones como en Alemania este verano, cada ciclón como el Ida o cada « episodio Cevenol » [*] puedan ser atribuidos al recalentamiento climático. 

¿Tampoco se puede negar la gravedad de los acontecimientos? 

No se trata de negarla. Pero hay que señalar que el discurso oficial sobre el calentamiento climático y sus consecuencias se refiere invariablemente a nuestra « responsabilidad colectiva », ricos y pobres, obreros y patrones. Compartimos la responsabilidad de todo tipo de contaminación. Incluso antes de abordar las 

características de estos fenómenos extremos, vale señalar que este discurso oficial deja sistemáticamente de lado los esfuerzos de prevención y adaptación que desde hace tiempo están a la orden del día. En efecto, ¡el desmantelamiento de los servicios públicos (silvicultura, lucha contra los incendios [bomberos], administraciones hidrometeorológicas, infraestructuras de protección [diques], etc.) en todos los países contribuye en gran medida a agravar las consecuencias de estos acontecimientos! Para convencerse de ello, basta con comparar los efectos de los dos huracanes Katrina e Ida (ver más adelante). 

Vale pues. ¿Pero respecto del informe del GIEC, puede uno tener confianza en él? 

Para responder a esta pregunta, debemos recordar primero qué es el IPCC. Este Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático reúne, bajo los auspicios de la ONU y sus Estados miembros, a una comunidad científica internacional formada por cientos de miembros. El GIEC publica informes completos, que son validados por los Estados, incluyendo el « Resumen para los que deciden »… El último informe completo, llamado AR5, data de 2013. Hasta la fecha, para el informe AR6, sólo se ha hecho pública la contribución del Grupo de Trabajo 1, que estudia los aspectos físicos, químicos y biológicos de la evolución climático. No evalúa los « escenarios » socioeconómicos y demográficos insertados en las « proyecciones » de futuro. Estos escenarios son muy discutibles y los grupos de trabajo 2 y 3 solamente serán presentados hasta el próximo año, en vísperas de la COP 26. 

¿Qué dice este informe? 

En comparación con el informe anterior, primero integra las observaciones de los últimos ocho años. Confirma dos fenómenos: la continuación del recalentamiento climático propiamente dicho y el carácter predominante de la « influencia antropogénica » (los famosos « gases de efecto invernadero ») en este recalentamiento. Señala que tras una reducción – ¡mal explicada! – del ritmo del recalentamiento en los catorce años anteriores (1998-2012, el « hiato »), este ritmo se ha acelerado de nuevamente para volver a la tendencia a largo plazo. 

Desde el punto de vista de los hechos, ¿el pre informe de 2021 aporta información nueva respecto al anterior (2013)? 

La verdad es que no. No se menciona ningún descubrimiento científico importante de un informe a otro, salvo algunas mejoras en los modelos, nada decisivo. Inclusive, el editorialista del periódico Le Monde, Stéphane Foucart, entusiasta de la « transición ecológica », se mostró muy decepcionado al respecto, titulando un artículo: « ¿Para qué sirve todavía el GIEC? » Pero en lo que concierne el discurso ideológico sobre las hipótesis de la evolución, con un lujo de « regionalizaciones » que no son realmente convincentes. Los escenarios de producción de gases de efecto invernadero mostrarían que los objetivos del Acuerdo de París siguen estando fuera de alcance, a menos que se reduzcan drásticamente las emisiones. Sin embargo, las investigaciones sobre las recientes simulaciones climáticas han puesto de manifiesto lo que se denomina púdicamente « variabilidad natural interna ». 

¿Qué es eso? 

La variabilidad natural interna se refiere al hecho de que pueden producirse procesos transitorios, contradictorios y difíciles de predecir dentro de una tendencia general reconocida (el principal ejemplo es el fenómeno de El Niño/La Niña en el Pacífico oriental). Por ejemplo, las previsiones de Météo France para cada estación, publicadas justo antes del verano pasado (segundo trimestre -ndlt), predecían un verano muy caluroso, que los medios de comunicación se apresuraron a relacionar con el recalentamiento climático. Sin embargo, el impacto de un fenómeno clásico pero aleatorio de « gotas frías » que bajan del polo hizo que la realidad climática del verano invalidara por completo la previsión inicial « la más probable ». 

Sí, pero eran previsiones a corto plazo. 

Los modelos de simulación climática a medio y muy largo plazo son básicamente de la misma naturaleza y tienen debilidades similares. Los modelizadores del clima [*] corren el riesgo de encontrar el mismo tipo de contratiempos. El informe completo del Grupo de Trabajo 1, al ilustrar una « pregunta frecuente » sobre la variabilidad interna, presenta una sorprendente analogía de un paseante y su perro. El caminante es la fuerte tendencia debida a las actividades humanas, causa habitual del recalentamiento climático. Pero esta tendencia va acompañada de un perro caprichoso (¿el amo con correa en la mano?): sencillamente el clima real de « todo el año » que vivimos en la práctica. Precede o sigue aleatoriamente a su amo, posiblemente « durante diez o veinte años seguidos », ¡según el propio GIEC! Este último nos invita a « centrarnos en el amo y no en el perro », sin darnos cuenta de la enormidad de la afirmación… 

¿Finalmente, qué conclusión se puede sacar de este pre informe del Grupo de Trabajo 1 del GIEC? 

La principal conclusión es la repetida afirmación de que las consecuencias catastróficas del recalentamiento climático son « inevitables ». Se utiliza como argumento de autoridad para llamar, siguiendo los términos de Pisani-Ferry (1), lo que él llama un proceso de destrucción creativa (2). El plan consiste en destinar el 2% del PIB mundial durante diez años a la inversión masiva en nuevas tecnologías y nuevos medios de producción, a costa de la destrucción generalizada del capital material y humano existente. Tal como lo reconoce Pisani-Ferry, esto provocará « un choque negativo importante en la oferta », es decir, en los medios de producción, y « efectos negativs importantes en el bienestar de los consumidores », es decir, en las condiciones de vida de los trabajadores. La dramatización de los comentarios sobre el calentamiento global permite a los capitalistas y a los gobiernos a su servicio « justificar » la destrucción masiva de los medios de producción y sus redoblados intentos de reducir los ingresos de las familias y devastar los servicios públicos. Es decir, empobrecer a la población trabajadora. 

¿Existe la posibilidad de enfocar el problema de otra manera? 

La principal preocupación de un régimen social y político asociado a los intereses del pueblo debería ser, ante el cambio climático generalizado, cuya realidad parece confirmarse, preguntarse cómo ayudar a los trabajadores, a los pueblos, al género humano a encontrar los medios para prevenir y/o adaptarse al cambio climático desagradable o destructivo a largo plazo (aunque, repitámoslo, las previsiones, incluso a medio plazo, son todavía difíciles de definir). En particular, se trata de defender y reforzar inmediatamente todos los servicios de prevención y adaptación a los fenómenos extremos, como la meteorología, la hidrología, la oceanografía y la seguridad civil, en lugar de destruirlos. También significa la independencia de la investigación científica respecto de los capitalistas y banqueros.

Entrevista realizada por Amandine Vidal 

Notas de redacción 

(1) Jean Pisani-Ferry es un consejero que Macron escucha, fue también coautor de son programa económico.
(2) Término favorito de los ideólogos más reaccionarios del capitalismo. Puede permitir la optimización “del suministro de factores de producción” únicamente parara el juego de ganancia y e la competencia 

Notas de traducción: 

(*) de Cévennes, nombre de una cadena montañosa de la región central de Francia -ndlt
(*) modelizador climático: Resultado de la búsqueda de imágenes para « Un modelo climático » es un modelo matemático del clima en una zona geográfica determinada. Históricamente, el primer modelo atmosférico data de 1950 y se probó en el primer ordenador existente, el ENIAC

La Transición ecológica: un negocio muy lucrativo que puede hacer ganar mucho… ¿Pero a quién?

El lunes18 de octubre, la Federación Bancaria Francesa anunció que, a partir de enero de 2022, dejaría de financiar « proyectos y empresas dedicadas a la exploración y producción de hidrocarburos no convencionales, en lo que respecta al petróleo de esquisto, el gas de esquisto y las arenas bituminosas, superiores al 30% de su actividad« . ¿Qué hay detrás de esta repentina preocupación medioambiental por parte de los bancos? 

Según el cotidiano francés Les Echos, el objetivo es permitir a los bancos franceses que « aprovechen las oportunidades de negocio de la transición ecológica ». De hecho, el objetivo de la « neutralidad del carbono » para 2050 en Europa requerirá inversiones de 28 billones de euros. A la lectura de Les Echos, entendemos que estas sumas astronómicas: ¡el equivalente de la suma de dos años del PIB (producto interior bruto) de todos los países de la Unión Europea!, serán utilizados para destruir la industria automotriz tradicional y todos los subcontratistas, para financiar las infraestructuras de recarga y electrificación del parque automotriz, y para financiar la reducción de los costes energéticos en los edificios. 

Observamos, en particular, que estas inversiones se destinarán a financiar « la renovación de « coladeras térmicas » [*] es decir de las habitaciones donde viven personas mayores que no pueden afrontar el coste de las obras ». Estas personas mayores, obligadas por la ley a realizar próximamente las obras de renovación térmica de su casa o apartamento, no tendrán más remedio que pedir un préstamo a los bancos. Dada el importante monto de capital necesario, estas personas mayores, por su edad, no podrán reembolsar la deuda en vida à los bancos. Por lo cual, el contrato de préstamo estipulará que los préstamos serán « reembolsados en la reventa de la propiedad o por el fallecimiento de su ocupante ». ¡Se atrevieron a pensarlo! Los 28 000 millones de euros prestados por los bancos bajo el epígrafe de transición ecológica les reportarán gigantescos beneficios. 

¿De qué manera serán reembolsados estos 28 000 millones de euros a los bancos, cómo se pagarán los intereses? En cuanto a los individuos, como hemos visto, por el saqueo y la confiscación directa de las casas individuales de los ancianos que, a su muerte, tendrán que entregar todas sus propiedades. En cuanto a las infraestructuras: se solicitarán en gran medida los fondos públicos del Estado para financiarlas (y, de paso, para destruir todo el sector productivo considerado demasiado contaminante). 

Porque para reembolsar estos 28 billones de euros, las empresas recibirán ayudas del Estado extraídas de los presupuestos de los servicios públicos, cada vez más estrangulados y privatizados. Se suprimirá más salones de clase en las escuelas y camas en los hospitales, y se privatizarán aún más todos los servicios públicos para que la « transición ecológica » genere enormes beneficios para los bancos. 

Antaño Marx analizó el modo en que, una vez alcanzado cierto grado de desarrollo, ciertas fuerzas productivas se convierten en « fuerzas destructivas », citando el maquinismo (lo digital hoy en día) y el dinero (la especulación). Rosa Luxemburgo añadió a esta lista la economía armamentística y la economía de guerra. 

Quizás hoy se deba añadir una nueva categoría de fuerza destructiva: la transición ecológica. Una transición que es mortal para los trabajadores y las familias de la clase obrera, pero extremadamente rentable para los bancos y las grandes empresas. 

por Amandina Vidal 

Nota de traducción:
[*] Una “coladera energética”: término utilizado en Francia para evocar los departamentos o las casas térmicamente mal aisladas. En estas latitudes, debido al drástico cambio de temperatura en los meses de otoño e invierno se requiere utilizar la calefacción en las habitaciones -ndlt. 

Katrina 2005, Ida 2021 : de un cilón al otro 

Ida es un huracán que tocó tierra el 29 de agosto de 2021 en la desembocadura del río Misisipi, cerca de Nueva Orleans, Luisiana, Estados Unidos. Fue clasificado como huracán de nivel 4, un escalón por encima de su predecesor Katrina, que devastó la misma región hace exactamente 16 años (2005). 

Tras debilitarse hasta convertirse en una « tormenta tropical » a medida que avanzaba por el centro-este de Estados Unidos, recuperó su fuerza al adentrarse en la zona de Nueva York el 2 de septiembre en una situación meteorológica general desfavorable. Hay que señalar que los servicios meteorológicos estadounidenses (el Servicio Meteorológico Nacional y, sobre todo, el Centro Nacional de Huracanes con sede en Miami) pronosticaron perfectamente la trayectoria y la intensidad del fenómeno, con verdadera anticipación (a pesar de las dificultades de tales pronósticos). 

Lo que llama la atención de Ida es el doble contraste en términos de consecuencias económicas y sociales: 

  • entre lo ocurrido en Luisiana y en los Estados del noreste (Nueva York), por un lado 
  • entre la devastación causada por el Katrina en Luisiana y la naturaleza más moderada de la devastación causada por Ida 16 años después. 

Muchos comentaristas políticos y mediáticos se han apresurado a culpar al « empeoramiento del cambio climático » de lo que han pretendido descubrir. Esta dramatización es muy conveniente para eximir a los poderes públicos de sus responsabilidades, hacer que toda la población se sienta culpable y promover la « transición ecológica ». 

Volvamos a las consecuencias económicas y sociales de estos eventos extremos: 

El Katrina causó oficialmente 1.800 muertos y varios miles de millones de dólares en daños. Esto se debió principalmente a las inundaciones causadas por el fracaso de los diques en mal estado que debían proteger a la ciudad de las recurrentes inundaciones del Mississippi, pero también a la dramática incapacidad de los servicios públicos (a nivel federal y estatal) para evacuar a tiempo y tras el huracán a una población muy pobre, principalmente negra. Mientras tanto, se dedicó una gran cantidad de personal a la caza de los saqueadores. Como antigua capital de los plantadores de esclavos franceses, Nueva Orleans es famosa por sus pintorescas tradiciones y cultura afroamericanas. Sin embargo, la burguesía norteamericana la descuidó y despreció constantemente en el pasado. 

No obstante, los servicios competentes habían proporcionado indicaciones perfectamente adecuadas sobre la previsión y el seguimiento del huracán. En particular, el Centro Nacional de Huracanes de Miami (que goza, con razón, de una excelente reputación internacional). Lo que falló fue todo el sistema de prevención aguas arriba, incluido el mantenimiento de los diques y las infraestructuras. A ello se sumó la notoria falta de preparación de los servicios de rescate y evacuación. 

Dieciséis años después, tras el paso de Ida por Luisiana, hubo siete muertos en Nueva Orleans, y quizá veinte en total en los alrededores. Menos de treinta en total, frente a los 1.800 de 2005. Es cierto que los daños son importantes, especialmente la destrucción de la red eléctrica, pero no son comparables a los de 2005. ¿Cómo se pueden explicar estas diferencias? Simplemente por el hecho de que las autoridades locales y federales, espoleadas no tanto por el empobrecido electorado como por la burguesía local, han movilizado en dieciséis años los recursos materiales y organizativos necesarios para hacer frente a un nuevo « Katrina ». 

« Todo el mundo recuerda todavía el doloroso recuerdo del Katrina, el huracán que tocó tierra el 29 de agosto de 2005 en Luisiana, dieciséis años antes de la llegada de Ida. Murieron más de 1.800 personas y se produjeron daños por valor de miles de millones de dólares. 

« Estuve allí hace 16 años para el Katrina, el viento parecía peor esta vez », dijo Dereck Terry, de 53 años, a la AFP. « Pero los daños no son tan graves, creo », dijo el hombre de la camiseta de Superman, sosteniendo un paraguas. 

Las compañías de seguros estiman que el huracán Ida causó daños por valor de 15 a 20 millones de dólares, según estimaciones preliminares » (Ouest France, 31 de agosto de 2021). 

Pero cuando, cinco días más tarde, el mismo huracán Ida azotó la ciudad de Nueva York, sus habitantes se encontraron, en igualdad de condiciones, en una situación de desamparo comparable a la de los negros de Nueva Orleans dieciséis años antes. La situación de las infraestructuras en Nueva York y la preparación de la ciudad para las catástrofes meteorológicas se denuncian en los siguientes términos: 

« ¡No deberíamos sorprendernos! », arremetió Jonathan Bowles, director del think tank Center for an Urban Future. « La ciudad parece desmoronarse con cada gran tormenta. La mayor parte de la infraestructura data del siglo XX », dijo Bowles a la AFP. 

La gigantesca red de metro, que quedó totalmente paralizada el miércoles por la noche y seguía interrumpida el viernes, vio cómo algunas estaciones se inundaban totalmente, con torrentes de agua que bajaban por las escaleras hasta los andenes. 

Recientemente, en el centro de la ciudad, con las lluvias torrenciales que trajo Ida, ‘el agua se acumuló tan rápidamente que la gente quedó atrapada en sus propios sótanos’, lamentó de Blasio » (Ouest France, 3 de septiembre de 2021). 

Resulta especialmente atroz el hecho de que fueran los residentes más pobres -a menudo inmigrantes latinoamericanos y negrosrelegados a los sótanos ciegos del centro de la ciudad, al pie de los arrogantes rascacielos, las víctimas previstas del ahogamiento.

En búsqueda del imposible “consenso social” 

El Sr. Guy Ryder difícilmente puede pasar por ser un revolucionario peligroso. Defensor a ultranza del « consenso social », fue dirigente sindical británico a finales del siglo pasado y más tarde secretario general de la Confederación Internacional de Sindicatos Libres y de la Confederación Sindical Internacional. 

Hoy dirige la Organización Internacional del Trabajo (organismo tripartito que reúne a representantes de gobiernos, empresarios y sindicatos de todo el mundo). 

En cuanto a la transición ecológica, Ryder se muestra preocupado por la realidad del « consenso social » (Le Monde, 23 de octubre). Las previsiones realizadas en la COP 21 sugerían la creación de más de 100 millones de empleos, recuerda, antes de señalar que « lo que se ha hecho hasta ahora es muy insuficiente. La única realidad tangible es que « el 2,2% de las horas de trabajo del mundo se perderán debido al estrés térmico, lo que equivale a 80 millones de empleos a tiempo completo ». Las previsiones: 100 millones de empleos creados. La realidad: 80 millones de empleos destruidos. 

Esto no impide a Guy Ryder seguir esperando una « transición justa », aunque lamenta que « los Estados no ten

gan suficientemente en cuenta las políticas sociales necesarias para llevar a cabo esta transición ». De ahí esta preocupación: « Si no se hace una anticipación, las poblaciones reaccionarán negativamente, esta transición se bloqueará. Se necesita un consenso social para que tenga éxito. Sin medidas de apoyo contundentes, las situaciones sobre el terreno podrían volverse dramáticas”. En línea con lo que siempre ha defendido, Ryder aboga por poner en marcha mecanismos de diálogo social para « aprovechar las oportunidades de empleo » y también para « reforzar los sistemas de protección social en el contexto de las políticas de cambio climático ». Bonitas promesas para el futuro, pero… las promesas sólo son vinculantes para quienes las creen. 

La realidad es más dura: a los 80 millones de puestos de trabajo que ya se han perdido, se sumarán « millones de trabajadores (que) perderán su empleo debido a la concentración de ciertas industrias ». (…) Otros sectores que no serán tan directamente responsables de las emisiones de CO2 también se verán afectados, como la agricultura ». 

La realidad, reconoce Ryder, es que los trabajadores, sometidos a las devastadoras consecuencias de la « transición », a menudo no ven « nin

guna alternativa a su actividad ». Por eso, que él escribe, « hay que preparar esta alternativa, que no se ha hecho para la siderurgia en Francia, para el sector minero en Estados Unidos, donde dos o tres generaciones después, las familias de los trabajadores siguen viviendo con dificultades. Entiendo perfectamente que los trabajadores y sus familias estén preocupados, pero no es la primera vez que se produce una alteración del mundo laboral. Sólo hace falta una respuesta colectiva mundial”. El único problema, y Ryder no puede ignorarlo, es que la « respuesta colectiva mundial » va siempre en la misma dirección: son los trabajadores los que pagan las consecuencias de las reestructuraciones impuestas. Ayer en nombre de la competitividad económica y hoy en nombre de la transición ecológica. 

No es el consenso social lo que necesitan los trabajadores frente a las medidas destructivas adoptadas en nombre de la transición ecológica. Es la lucha unida de los trabajadores y las organizaciones para imponer la única medida aceptable: ningún recorte de puestos de trabajo, ningún cuestionamiento de las ganancias. A los capitalistas les corresponde pagar las consecuencias de la crisis de su sistema, en todos los ámbitos, ¡y no a los trabajadores!

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